SAN DIEGO — El número de encuentros de niños migrantes sin compañía de un adulto en la frontera entre Estados Unidos y México cayó en abril luego de alcanzar un máximo histórico el mes previo, aunque aumentó la cifra de adultos que cruzaron solos, informaron las autoridades el martes.
Las autoridades encontraron a 17,171 menores que cruzaron sin compañía de un adulto, una baja del 9% en comparación con los 18,960 de marzo, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en ingles), pero todavía muy por arriba de los 11,475 que la Patrulla Fronteriza reportó en mayo de 2019, cuando comenzó a difundir las cifras.
En total, los 173,460 encuentros de la Patrulla Fronteriza con migrantes en la frontera con México durante abril, significaron un aumento de 3% sobre los 169,213 en marzo, el nivel más alto desde abril de 2000.
Los números no se pueden comparar de manera directa ya que la gran mayoría de los detenidos en abril fueron expulsados rápidamente del país en conformidad con las facultades federales relacionadas con la pandemia que niegan el derecho a solicitar asilo.
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NO OBSTANTE, SUBIÓ LA CIFRA DE MIGRANTES ADULTOS QUE CRUZARON SOLOS
La expulsión no conlleva consecuencias legales, por lo que muchas personas realizan múltiples intentos de llegar al país.
Los encuentros de la Patrulla Fronteriza con personas que llegan en familias disminuyeron en una proporción similar a la de niños que cruzaron solos: una baja de 10% a 48,226 respecto a los 53,406 en marzo.
Inmigración
Poco más de uno de cada tres encuentros con familias resultó en expulsiones por la pandemia.
Las cifras constituyen la más reciente lectura de uno de los desafíos más serios para la incipiente presidencia de Joe Biden.
A pesar de algunas noticias alentadoras en abril sobre los menores no acompañados y las familias de inmigrantes, Biden tiene mucho en juego en un nuevo sistema de asilo “humano” el cual aún no ha sido develado. Al parecer no hay soluciones rápidas y sencillas.
Los adultos solos provenientes de México y América Central impulsaron el incremento general de abril.
La Patrulla Fronteriza tuvo 108,301 encuentros con adultos que viajaban sin niños, 12% más sobre los 97,074 en marzo.
Casi nueve encuentros de cada 10 terminaron en expulsiones de acuerdo con la autoridad relacionada con la pandemia otorgada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus iniciales en inglés).
Biden exentó a los niños no acompañados de la expulsión y les permitió permanecer en Estados Unidos mientras hacen efectivas sus solicitudes de asilo.
Las familias con niños a menudo también son dejadas en libertad en el país mientras sus casos siguen su marcha en las saturadas cortes de inmigración.
El gobierno ha hecho grandes avances al retirar a los menores de instalaciones saturadas de la Patrulla Fronteriza y trasladarlos a albergues del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS por sus iniciales en inglés), los cuales son más aptos para permanencias de largo plazo hasta que los niños sean colocados con patrocinadores en Estados Unidos, por lo general sus padres o familiares cercanos.
La permanencia promedio de un niño no acompañado en custodia de la Patrulla Fronteriza se redujo a unas 20 horas, menos del límite legal de 72 horas y por abajo de las 133 de finales de marzo, señaló la semana pasada el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas.
Al lunes, había 455 niños no acompañados en custodia de la Patrulla Fronteriza, cifra que llegó a más de 5,700 a finales de marzo.
El HHS ha abierto 14 centros de recepción de emergencia que aumentaron la capacidad a casi 20,000 camas respecto a las 952 disponibles antes de la intervención de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias el 13 de marzo. Hasta el lunes, Salud y Servicios Humanos tenía a 20,669 niños a su cuidado.
México ha sido renuente a aceptar a familias centroamericanas con niños pequeños, en especial en el estado de Tamaulipas, fronterizo con Rio Grande Valley, Texas, el corredor más transitado de cruces ilegales.
Muchas de ellas son puestas en libertad en Estados Unidos mientras sus casos son considerados por las autoridades de inmigración.
Algunas familias son trasladadas por aire a El Paso, Texas, o a San Diego, para expulsarlas desde esos lugares, donde las autoridades mexicanas están más dispuestas a recibirlas.