“Son Cosita Seria es un espacio musical de resistencia cultural”, así es como Gustavo Vargas, miembro de este colectivo, describe la tradicional música folclórica de la costa del Golfo de México.
Por medio de música y zapateo, personas de todas las edades y países se mezclan en ese instante para disfrutar de eso que los ha unido: el son jarocho.
"Es una manera de mantenernos conectados con nuestras raíces para empoderarnos".
Con herencia indígena, africana y andaluza, el son jarocho tiene sus raíces en el estado de Veracruz, pero no se encasilla a una sola región. Es de esta manera como el colectivo Son Cosita Seria ha logrado llegar a la capital de los Estados Unidos, y establecerse en esta ciudad desde el 2008.
En una ciudad con residentes pasajeros, el grupo ha permanecido abierto a lo largo de los años para pasar sus jaranas e instrumentos a nuevos integrantes interesados en encontrar a través de la música un sentido de pertenencia.
“[Queremos] compartir la cultura que necesita ser compartida con los latinos que llegan”, dijo Noeli Álvarez, participante del colectivo musical de hace más de cuatro años, y quien descubrió al grupo jaranero al arribar por su cuenta a Washington, D.C.
“[Es un] centro de convergencia de muchas formas de expresión cultural, al aprender esta música uno puede conectarse con otros” .
Son Cosita Seria se ha convertido en el punto de reunión para inmigrantes hispanos que llegan a la capital del mundo en busca de mejores oportunidades. En medio de la tormenta que acompaña la incertidumbre de empezar una vida en un nuevo lugar, la música les ha permitido crear un sentido de unión, resistencia y liberación.
Utilizando la lírica como una herramienta para expresar la realidad de su entorno, el son jarocho se ha convertido en una forma de activismo para muchos.
“Expresa la realidad del entorno de quien está cantando… [Nosotros] pensamos que también estamos narrando la realidad de nuestra área al cantar sobre las luchas de diferentes sectores”, explicó Vargas.
"Estamos narrando la realidad de nuestra área al cantar sobre las luchas de diferentes sectores".
Uno de los principales obstáculos para la comunidad jaranera en EE. UU. es encontrar los instrumentos necesarios para tocar el son jarocho. Es por eso que ésta comunidad ha buscado maneras innovadoras de construirlos con sus propias manos y aprovechar los recursos disponibles que hay a su alrededor.
Con más de 20 horas de trabajo, la laudería de jaranas no es tarea fácil. Sin embargo, eso no ha limitado a voluntarios de hacerlo posible e incluso invitar a pequeños lauderos a formar parte del colectivo.
"Un proyecto entregado a la comunidad destinados a niños interesados en son jarocho".
Fue así como nació un nuevo proyecto entre los miembros del colectivo Son Cosita Seria, el cual buscaría transmitir lo que han aprendido durante los últimos años a hijos de inmigrantes hispanos.
Invitando a segundas y terceras generaciones de inmigrantes y a sus familias, el colectivo ha abierto la oportunidad de aprender a tocar la jarana y construirla, con la esperanza de crear una conexión entre el instrumento, sus raíces y su cultura.
“El cariño que le toma un niño a un instrumento que él hizo, le da una relación más íntima con el instrumento y se preserva la tradición”, dijo Sinuhé Padilla, voluntario en el proyecto de construcción de jaranas y músico de Jarana Beat.
Una tradición abierta a incorporar nuevos elementos no tradicionales, como lo es el utilizar madera de otros objetos para fabricar los instrumentos.
"Cada una es única, ninguna queda igual a otra. Cada una tiene su sonido... un poco de alma".
Patas de mesas y piezas de madera que se encuentran en las aceras son tan solo algunos de los tesoros que eventualmente serán transformados en jaranas. Y como todo instrumento, cada uno tiene “un poco de alma” y hasta un nombre propio.
Además de concientizar a las futuras generaciones sobre el reciclaje del material disponible, miembros del colectivo esperan también transmitir lecciones de vida a los más pequeños.
"Crear autosuficiencia en los niños, inculcar esa idea de que no todo viene de una transacción capitalista. Si no que como comunidad uno puede ser autosuficiente también", agregó Gustavo Vargas, miembro de Son Cosita Seria.
"Elaborar nuestros propios instrumentos nos ayuda a valorar... valorar el trabajo que colleva hacerlo".
El colectivo "Son Cosita Seria" celebra el proceso de elaboración de jaranas, la convivencia con las futuras generaciones y el homenaje a las tradiciones latinas, por medio de un buen fandango.
Un espacio abierto en donde los instrumentos que han construido con esfuerzo y dedicación hacen su debut, invitando a toda la comunidad a participar ya sea tocando la jarana, la quijada de burro, el violín o la guitarra, zapateando, aplaudiendo, o simplemente observando a lo lejos.
"Todos somos maestros de todos. No importa de donde sea o si no sabes nada... Es un colectivo que todos somos estudiantes y todos somos maestros".