El exgobernador demócrata de Virginia Terry McAuliffe, quien buscaba un segundo término como ejecutivo del estado, admitió este miércoles la derrota frente a su rival republicano Glenn Youngkin.
Según proyecciones de NBC News, Youngkin triunfó en la contienda con el 51% de los votos.
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En un comunicado, McAuliffe dijo que, “aunque anoche quedamos cortos, estoy orgulloso que pasamos esta campaña luchando por los valores en los que creemos profundamente.”
McAuliffe felicitó a Youngkin, un empresario que por primera vez ejercerá un cargo público.
“Felicidades al gobernador electo Glenn Youngkin por su victoria. Espero que los virginianos se unirán a mi para desearle lo mejor a él y a su familia.”
El exfuncionario, una prominente figura dentro de la política demócrata, afirmó que continuaría luchando por las prioridades de su partido.
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“Debemos proteger las buenas escuelas públicas de Virginia e invertir en nuestros estudiantes. Debemos proteger la cobertura de cuidado de salud asequible, subir más rápido el suelo mínimo y ampliar la licencia paga para que las familias trabajadoras puedan tener oportunidades. Debemos proteger el derecho al voto, el derecho a la mujer de elegir, y sobre todo lo demás, debemos proteger nuestra democracia.”
Fue una contienda reñida, que las encuestas hasta el mismo día de las elecciones vislumbraban como un empate técnico. Los ojos del país estaban en el estado, ya que muchos la veían como el primer gran medidor sobre el sentir de los electores en la antesala a las legislativas de 2022.
Menos de 12 meses después de que el presidente Joe Biden capturó el estado por 10 puntos, en un principio se creía que la carrera por la gobernación daría una holgada victoria a los demócratas. En cambio, McAuliffe vio una elección difícil, según dice su campaña, en parte por la impopularidad actual del primer mandatario en medio de una creciente inflación, la persistencia del COVID, una caótica salida de Afganistán y una agenda legislativa estancada en el Congreso.
Glenn logró ganar votos en los suburbios del estado que durante el periodo del expresidente Barack Obama, y luego durante el término Donald Trump, se habían alejado del partido conservador, así como consiguió energizar a la base republicana en las áreas más rurales.
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