El día en que la tierra tembló en México y 369 murieron

El aniversario permite conocer los milagros que se vivieron en la tragedia.

MÉXICO - Cuando llegó, su corazón se detuvo por un instante. Después latió tan fuerte que explotó en forma de lágrimas, porque no había estado ahí desde aquel día, aquel terrible día en que la tierra se cimbró y la sepultó bajo toneladas de escombros.

"Te juro que sentí que se meneaba otra vez el piso. No sé, fue una sensación muy rara", comparte Patricia Acevedo, quien sobrevivió al terremoto de 7.1 que devastó zonas de Ciudad de México.

Frente a la que fue la zona cero de la colonia Roma, Acevedo no pudo evitar recordar la pesadilla que vivió: 49 personas murieron ahí y solo pocos pudieron contar su historia. Según cifras oficiales, son 369 muertos alrededor del país. 

"Para empezar pensaba en mis hijos, yo sabía que me iba a morir, esa era mi angustia", recuerda.

Pero la sonrisa vuelve a su rostro, al recordar el instante en que los ángeles piadosos, arriesgándose a perecer entre los escombros, llegaron hasta ella.

"Feliz porque por algo Dios me dejó, y muy triste por toda la gente que murió", asegura.

Con el alma fuerte y el espíritu inquebrantable, Leo ha recuperado su alegría.

Los meses en el hospital quedaron atrás, volvió a la escuela, juega de nuevo futbol y cicatriza día a día las heridas externas y emocionales que el sismo le dejó.

"¿Cómo estas hoy?- Bien... -¿Cómo te va en tu nueva escuela? -Bien", dice Leo Farías, sobreviviente del temblor.

Como parte de su recuperación, el pequeño visitó la zona donde estaba el colegio Rébsamen. Ahí, aún deambula la desgracia y solo se quedó en silencio tratando de reconstruir lo que su mente por protección ha bloqueado.

"Tenía dudas, dice: si mi salón no se cayó porque me quedé debajo de los escombros", comenta Fabián Farías, papá de Leo.

Pero a esa edad, después de las dudas, vuelve a los sueños y a los bellos recuerdos como el que le dejó su reciente estancia en París.

"Hasta aquí estaba mi hotel, bajamos, tomamos el metro y hasta aquí fuimos", recuerda Leo Farías.

Las dos sonrisas consuelan a los deudos de quienes no tuvieron la misma suerte y confirman que, aun en medio de la peor de las tragedias, la naturaleza es clemente y da paso a la esperanza.

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