La torta ahogada, el remedio jalisciense para casi todo

Dejó de respirar. Ya no aguanta. Se puso colorada. Se ahogó deliciosamente en la salsa roja y así nació este delicioso manjar.

Según la leyenda el origen de la torta o lonche ahogado fue accidental. Este platillo típico jalisciense a simple vista parece sencillo, pero su elaboración está llena de trucos y secretos que hoy las hermanas García nos comparten.

"Mi mamá nos inculcó mucho el amor a la cocina tradicional", cuenta Teresa García, dueña del restaurante "La chiva come". 

Para aprender a prepararlas, hay que seguir las instrucciones de las expertas y primero conseguir un pan especial, que solo se hornea en Jalisco. 

"En la ciudad de Guadalajara se le conoce como birote, es el pan tradicional", dice Teresa. 

Después, hay que untarle suficientes frijoles, que están refritos con manteca, rellenarlo con trozos de carne de cerdo, que en México son conocidas como "carnitas". 

"Es la maciza de carne de cerdo que se prepara con lomo pierna". 

Una porción abundante y entonces es cuando comienza la magia. 

Por eso se llaman tortas ahogadas, hay que meter el pan completamente, hasta que se ahogue y ya no pueda respirar, más ahogada, más ahogada. 

Para terminar se cubre con más salsa roja de chile de árbol y se sirve con un poco de cebolla morada y limón. 

Ahora sí, llegó la hora de la verdad, se le añade unas gotas de limón al gusto  y se come al estilo Jalisco: con las manos.

No importa enchilarse o que la boca te quede colorada con tal de probar este exquisito sabor, que se ha convertido en el principal remedio de los jaliscienses para curar casi cualquier problema, sobre todo después de una noche de tragos. Más si se cuenta con el sazón de las señoras García, que sabe a hogar.

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