Honduras, un cóctel de factores que invitan a emigrar

Pobreza, violencia, desigualdades y tensión política hacen que muchos vean la emigración como su única oportunidad

CIUDAD DE MÉXICO (AP) — La gran mayoría de los 7.000 migrantes que conforman la caravana que se encuentra al sur de México con la idea de llegar a Estados Unidos son de Honduras, un país de nueve millones de habitantes que padece los principales elementos generadores de migración.

La combinación de la pobreza con la violencia, las desigualdades y la tensión política provocan que muchos vean la emigración como su única oportunidad de tener una vida digna y por eso se estima que casi 750.000 hondureños viven en el exterior y la gran mayoría (casi 600.000, según la Organización Internacional para las Migraciones) en Estados Unidos.

Estas son algunas razones que explican por qué los hondureños huyen de su país.

POBREZA Y DESIGUALDAD

Cerca de dos tercios de los hondureños, es decir casi 5,5 millones de personas, son pobres, según el Banco Mundial (BM). La situación se exacerba en las zonas rurales donde uno de cada cinco vive en extrema pobreza. En las zonas urbanas, la gran mayoría de los hondureños trabaja en la economía informal.

Sin embargo, un empleo no siempre implica tener dinero suficiente para una vida digna. El ingreso per cápita es de solo 120 dólares al mes y según el BM el país tiene “los niveles más altos de desigualdad económica” de América Latina.

Esta situación genera un sistema que, de acuerdo a denuncias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el pasado mes de agosto, solo beneficia a una élite minoritaria con relaciones con las altas esferas del poder político y económico.

MARAS Y VIOLENCIA

San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande de Honduras y de donde partió la caravana con apenas 160 personas, ha sido calificada varios años por algunas entidades como la ciudad más peligrosa del mundo. El resto del país no está mejor. Las cifras de homicidios llegaron a 60 asesinatos por cada 100.000 habitantes en 2015, según la ONU.

Ahora, aunque esta tasa disminuyó hasta unos 43 por 100.000 habitantes, según la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, muchos hondureños denuncian que ha sido a costa de operativos de mano dura donde han predominado el uso excesivo de la fuerza y serias violaciones a los derechos humanos.

Las maras o pandillas controlan territorios donde el Estado está ausente. El crimen organizado opera con impunidad en algunas regiones de la costa del Caribe con ubicaciones ideales para reabastecer, empacar y almacenar drogas, según la ONU, y la impunidad estructural y la corrupción, que ha tocado a muchos gobiernos incluido el actual, han erosionado la confianza en las instituciones públicas.

Los niños y adolescentes se llevan una de las peores partes, y tal vez por eso cada vez son más los que se lanzan a emigrar. Solo en los seis primeros meses de este año fueron retornados a Honduras, según datos de la OIM, 4.700 menores, el mismo número que en todo 2017. Además aunque la mayoría comienza la primaria, la mitad deja la escuela a los doce años y solo uno de cada cuatro estudiará secundaria porque la necesidad de encontrar algún trabajo se impone.

La violencia contra las mujeres también es preocupante. En 2015 hubo 417 feminicidios o muertes violentas --incluidas por violencia doméstica--, según los datos más recientes de Naciones Unidas (89 de ellas tuvieron lugar en San Pedro Sula), y la CIDH denuncia que el 90% de los casos se quedan en la impunidad. Además, Honduras es el segundo país con mayor embarazo adolescente en América Latina y una de cada ocho jovencitas se queda embarazada a causa de una violación.

POLARIZACIÓN POLÍTICA

A partir del golpe de Estado de 2009 que sacó del poder al entonces presidente Manuel Zelaya, la situación política se tensó y la polarización se multiplicó desde las últimas elecciones, en noviembre de 2017, cuando el actual mandatario, Juan Orlando Hernández, fue reelegido en unos comicios plagados de irregularidades y que fueron tachados de fraudulentos por sus opositores.

Las protestas que hubo después de las votaciones fueron reprimidas con “un uso indiscriminado y desproporcionado de la fuerza”, en palabras de la CIDH. De hecho, algunos hondureños denuncian una especie de caza de brujas de todo aquel que no coincide con las posturas oficiales y mencionan éste como uno de sus motivos para emigrar.

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