Influencia de la cultura china en la cubanía

El barrio chino es la huella china en lo cubano; la comida fusionada y las creencias religiosas.

Lo chino es parte de la cubanía y en estos 500 años de La Habana, damos una mirada al barrio chino de La Habana.

Alfredo Pong, nacido de padre chino y madre española en la única clínica china que existía en La Habana y en toda Cuba. Por casi 40 años, ha compilado información para un libro que presenta en los próximos días en la Feria de Miami.

“Los chinos llegaron en el barco Oquendo a La Habana en 1847”, rememora Pong, en su libro sobre los chinos en Cuba.

Esos primeros chinos, habían sido contratados por colonos españoles en condiciones de semiesclavitud, al terminar ese período, se asentaron en Cuba. Así nació El Barrio chino de La Habana. Pero a principios del siglo 20, eso cambió.

“Llegaron unos 5 mil chinos de California, con mucho dinero. Ya para el año 58, los chinos tenían un banco cuyo capital se estimaba entre lo 10 y 20 millones de dólares que en esa época era mucho dinero”, asegura Pong.

El Barrio chino de La Habana hizo posible el chachachá en tempo e idioma chino. Luego llegó aquel primero de enero e hizo que todo ese capital monetario y cultural escapara a otras ciudades de América Latina, ante la incertidumbre. Algunos se quedaron. Sus hijos y nietos nacieron allí. Pero hoy quedan pocos chinos en La Habana.

“Antes era un millón, millón de chinos aquí. Ahora ya no hay nada … Como 70 personas de chino natural”, así dicen residentes chinos en La Habana.

Y ese es un problema para la revitalización del barrio chino en estos 500 años de La Habana, según un periodista cubano que ha vivido entre Beijing y La Habana en los últimos 25 años.

“Si no se promueve la presencia china nuevamente, de traer chinos que se asienten nuevamente en ese espacio, que desarrollen negocios, con sus barberos, restaurantes, sus peleteros, básicamente lo que se va a hacer es una caricatura”, reconoce Isidro Estrada, periodista cubano residente en China.

El barrio chino de hoy es un recuerdo de la huella china en lo cubano, de la comida fusionada y hasta de creencias religiosas.

“Que la brujería china, no hay quien la quite. Es fuerte. Para poder quitar una brujería china tiene que ser otra brujería china y que sea más fuerte”, asegura el cubano descendiente de chinos, Zhang Ming Xu.

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