BANGKOK - Las autoridades de Filipinas decretaron un nuevo confinamiento en Manila y las provincias colindantes, principal foco de la nueva oleada de contagios de COVID-19 en el país, que este lunes registró un nuevo récord de casos.
Es la primera vez desde el inicio de la pandemia hace un año que Filipinas supera los 8,000 positivos en un solo día, según el recuento oficial del Departamento de Salud, lo que refleja una segunda oleada de casos en un país donde la crisis no ha llegado a remitir en ningún momento.
Por ello las provincias de Manila, Rizal, Laguna, Cavite y Bulacan -que juntas representan más del 70 % del PIB nacional- conformarán desde hel lunes hasta el 4 de abril una "burbuja de confinamiento", lo que significa que los desplazamientos entre ellas están permitidos pero nadie podrá salir ni entrar a la burbuja.
La capital y las provincias de alrededor han sufrido uno de los confinamientos más largos y estrictos del mundo, lo que provocó un frenazo en la actividad económica de Filipinas, que sufre su primera recesión en tres décadas.
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La decisión de declarar esta burbuja en vez de confinarlas individualmente se debe a que en las duras restricciones de hace un año se dificultó mucho la movilidad de trabajadores esenciales, que trabajaban en la capital pero vivían en las provincias colindantes.
El gobierno ha hecho un llamamiento para que la gente se quede en casa "a menos que tenga que hacer una actividad imprescindible", especialmente durante las vacaciones de Semana Santa, que en Filipinas se viven con mucha devoción y se celebran multitudinarias procesiones.
Las reuniones masivas, incluidos ritos religiosos, se han prohibido, y solo diez personas podrán acudir a bodas, bautismos o funerales; mientras que se ha limitado la capacidad en los centros de trabajo al 30%.
Durante las dos semanas que Manila y alrededores permanecerán confinados, también se han cerrado al público bares y restaurantes, cines, centros culturales y de ocio, museos y parqués públicos.
Filipinas acumula 663,794 casos, de los que 73,072 son activos, y casi 13,000 muertos por COVID-19.
El ratio de positividad se sitúa en casi el 15%, considerado de riesgo por la Organización Mundial de la Salud, que ha pedido al gobierno que intensifique el testeo y rastreo de contactos para contener la pandemia.
La cifra total de contagios en el mundo llegó el lunes a 122,822,505 mientras que las muertes alcanzaron 2,709,041.
El aumento de los contagios, sobre todo en la capital, se debe a la aparición de nuevas variantes del virus más contagiosas, como la británica o la sudafricana, además de una variante detectada en Filipinas por primera vez que todavía se está investigando si entraña más riesgos y se propaga con rapidez.
Filipinas también se ha comprometido a acelerar su plan de vacunación, que aspira a tener inmunizado a un tercio de la población este año, un objetivo que de momento parece complicado cuando solo se ha vacunado a la mitad de los trabajadores de la salud.
CORONAVIRUS EN LATINOAMÉRICA
VENEZUELA - El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció el domingo un conjunto de medidas restrictivas para endurecer la cuarentena nacional, en vista del aumento de las infecciones por COVID-19 en el país caribeño, lo que ha sido calificado por el Ejecutivo como una "segunda ola" de contagios.
En una alocución televisada, el mandatario informó que la llamada cuarentena radical, que supone el cese de toda actividad que no sea considerada esencial como la salud o la alimentación, será extendida hasta el domingo 4 de abril, lo que supone que las actividades de la venidera Semana Santa quedarán restringidas o suspendidas.
Maduro había dicho que este asueto, que comenzará el domingo 28 de marzo, transcurriría bajo la modalidad de "flexibilización", que permite actividades comerciales y movilidad en todo el país, sin embargo, ahora decidió suprimir la normalidad durante esos días, en vista del aumento en el número diario de infecciones por coronavirus.
Además, remarcó, esta medida se debe a la propagación "con fuerza" de la variante brasileña del COVID-19 que, explicó, está presente en varios estados del país, con especial énfasis en Caracas y sus vecinos estados de Miranda y La Guaira, así como en el sureño Bolívar, limítrofe con Brasil.
"Durante seis meses mantuvimos el control de la pandemia, eso ha cambiado", dijo, al recordar que desde septiembre pasado Venezuela no registraba un millar de nuevos casos de COVID-19, mientras que el balance gubernamental del sábado dio cuenta de 1,161 infecciones.
Actualmente, prosiguió el presidente, el país tiene una tasa de 27 casos positivos por cada 100,000 habitantes y ha "aumentado la ocupación en las camas hospitalarias", si bien no ofreció detalles sobre este aspecto que ya había sido denunciado por el gremio médico.
Además, Maduro dijo que ha habido un "relajamiento" en las medidas de bioseguridad, lo que ha llevado a "todo el mundo" a hacer fiestas en sus casas u organizar reuniones pese al riesgo de contagiarse porque se trata de venezolanos que "le perdieron el respeto y el temor al coronavirus"
"Debemos por un tiempo largo suspender esas celebraciones", insistió.
Aunque Venezuela está hoy en "mejores condiciones" para enfrentar la pandemia, aseguró el mandatario, es necesaria la aplicación de varias medidas para intentar cortar la transmisión de la enfermedad en el país, que hasta ahora acumula poco más de 150,000 contagios y 1,483 fallecidos
Entre esas directrices destacan el nuevo aplazamiento en el reinicio de clases presenciales, una idea que el Gobierno ha intentado aplicar varias veces y no ha podido concretar desde que se detectaron los primeros casos de COVID-19 en marzo de 2020.
Asimismo, el Ejecutivo aprobó un plan para desinfectar comunidades en las que residan pacientes de coronavirus así como las unidades de transporte público, reforzar la investigación de casos sospechosos e incluir a grupos de riesgo en la vacunación contra el COVID-19, algo que ya está contemplado, según Maduro.