LOS ÁNGELES - Un veterano que sirvió en el Cuerpo de Marines de Estados Unidos y fue deportado tres veces a México logró este viernes convertirse en ciudadano estadounidense tras una batalla legal que, según su opinión y la de sus abogados, deja como lección a los inmigrantes que "nunca hay que rendirse".
Casi diez años después de haber sido deportado por última vez a México, Héctor Ramiro Ocegueda Rivera, de 53 años, pudo ingresar a Estados Unidos esta semana para realizar su entrevista de naturalización y este viernes realizó el juramento en una audiencia ante una corte federal de Los Ángeles, California.
NUNCA HAY QUE RENDIRSE
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"No hay que rendirse. No importa que la batalla se esté perdiendo, hay que mantener la fe de que se va a poder ganar porque se pelea por una causa justa", dijo emocionado Ocegueda a Efe.
La consigna del hispano es compartida por los abogados de Public Counsel y el bufete Milbank LLP, que en nombre del inmigrante demandaron el mes pasado al gobierno del presidente Joe Biden por no permitir su ingreso al país a continuar su proceso de naturalización.
La demanda argumentaba que, debido a que Ocegueda era un infante de Marina que sirvió honorablemente durante un periodo designado de hostilidades, es elegible para convertirse en ciudadano estadounidense naturalizado bajo la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA), por lo que se le debería permitir asistir a su entrevista.
Helen Boyer, abogada de Public Counsel, explicó a Efe que la demanda contra la Administración Biden fue fundamental para lograr la naturalización.
UNA TRAMPA BUROCRÁTICA
En opinión de la jurista, el gobierno de Estados Unidos "ha creado un lío burocrático" que hace que los veteranos deportados no completen el proceso de ciudadanía al que tienen derecho.
"Una rama del DHS (Departamento de Seguridad Nacional) invita a los veteranos deportados a (realizar) las entrevistas de naturalización y las otras ramas impiden que los veteranos deportados asistan a esas entrevistas. No tiene sentido", lamentó Boyer.
Si bien el Gobierno programó dos entrevistas de ciudadanía para Ocegueda en Los Ángeles, el mismo Gobierno se negó a permitirle entrar a Estados Unidos para asistir a la cita, detallaba la demanda.
"Esto ha dejado a Ocegueda Rivera en una trampa injusta", advirtieron los abogados en la querella.
Boyer añade que este caso demuestra que es necesario que el gobierno establezca prioridades y las entidades se pongan de acuerdo para favorecer a grupos como los veteranos que fueron deportados.
Es un argumento que cobra más fuerza después del anuncio de que la Casa Blanca se ha propuesto revisar los casos de los inmigrantes que sirvieron en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y fueron deportados por causas menores.
Nacido en Obregón, Sonora, México, Ocegueda Rivera llegó a Estados Unidos cuando tenía 9 años y sirvió en el Cuerpo de Marines de 1987 a 1991 y en las Reservas del Cuerpo de Marines de 1991 a 1995, cuando se retiró con honores.
Desde 1992 se convirtió en residente permanente, un estatus que mantuvo hasta que fue deportado en el año 2000 por delitos menores.
Deseoso de estar con su familia regresó a Estados Unidos y fue deportado dos veces más en 2002 y 2012, cuando ya decidió quedarse en México y luchar por regresar legalmente.
Boyer advirtió que, pese a la deportación, el hispano tenía derecho a continuar su trámite de ciudadanía, por lo que presentó la solicitud a comienzos de 2019, aunque el proceso duró más de 28 meses en completarse.
El inmigrante reconoce que sin la ayuda de sus abogados no habría podido realizar el sueño de regresar junto a su familia y al país que considera su hogar.
El juez federal Marc Scarsi, que realizó la audiencia de naturalización, enfatizó la necesidad de que más abogados se unan a la causa y puedan luchar por casos como el de este veterano.
El magistrado destacó el trabajo de Public Counsel y de Milbank LLP, que fue necesario para lograr justicia en el caso del veterano, al que agradeció por haber defendido a Estados Unidos en tiempos de guerra.
UNA DEPORTACIÓN QUE DEJA HUELLAS
Ocegueda dijo estar feliz, pero en su voz se sentía la tristeza de no haber podido asistir al funeral de su hermano menor, que falleció en Los Ángeles en enero de 2020. Cuenta que a pesar de que pidió al gobierno un permiso humanitario, le negaron la entrada al país.
Alma Ocegueda, hermana del inmigrante, describe todo este proceso como una jornada larga, y difícil. "Mis papás nos criaron muy juntos, y cuando lo deportaron le quitaron una ficha al rompecabezas, faltaba un pieza. Pero ahora podemos armarlo todo", dice en medio de las lágrimas.
Para la hermana una de las buenas cosas que deja esta naturalización es que ya no tendrá que hacer que su mamá, Amanda Dolores Rivera de Ocegueda, de 74 años, se embarque en un largo viaje para poder ver a su hijo mayor, y que le podría perjudicar su salud.
Al preguntarle a la madre del veterano si queda algún resentimiento, asegura que no.
Añade que está muy agradecida con este país, y que le pide a los latinos y los migrantes que den lo mejor de ellos para demostrar su gran aporte en la construcción de Estados Unidos. "Que se sientan orgullosos de nuestros aportes", concluye.